SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DEL AMPARO CHINAVITA BOYACÁ |
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Mi título

EL SANTO LIENZO DE LA GUADUA
El primero de enero de 1823, después de una misa solemne oficiada por el Padre José Joaquín Ramírez Zubieta, los parroquianos y el párroco, se pusieron de acuerdo en que la parroquia, que había sido fundada el año anterior el 12 de septiembre, debía ser presidida por la advocación de la Virgen del Amparo, devoción poco conocida hasta ese momento en esta zona. En ese tiempo existía como Mayordomo de Fábrica Don Andrés Mora; a él se le designó para que buscara la imagen de la Virgen para entronizarla en el templo como patrona de Chinavita.
El viajo a Bogotá, pero este viaje fue infructuoso pues no encontró ninguna imagen de la Virgen del Amparo. Cuenta la historia, que el Mayordomo se regresó muy triste a Chinavita, pero al llegar al lugar llamado “El Sisga”, se encontró con un fraile de hábito franciscano a quien el afligido chinavitence, le contó el motivo de su pena, a lo que el venerable anciano fraile de barba larga, le dijo: “Amigo, la imagen de la Virgen del Amparo que usted busca, la encontrará en Tunja en el convento de San Francisco, dentro de un canutillo de guadua, que está con otras maderas detrás del altar moyor”.
El entusiasmado administrador de los bienes de la parroquia de Chinavita, desvío su camino hacia la ciudad de Tunja, y llegado al convento Franciscano, el superior de los frailes condujo al Señor Mora hacia la sacristía. Estando allí se percato que existía en ese lugar, un Cuadro del fraile que se había encontrado en “El Sisga”, y un poco confundido le contó al prior su historia, quien con emoción y asombro le dijo al humilde campesino Don Andrés Mora, que la imagen que el contemplaba, era nada más y nada menos que la de San Francisco de Paula.
Hoy segundo patrono de Chinavita. Y manos a la obra el buen fraile y Don Andrés, se pusieron a la búsqueda del canutillo de guadua, y una vez encontrado, descubrieron dentro de él, el milagroso lienzo de la virgen del Amparo, deteriorado, carcomido y borroso, y el superior de los frailes lo obsequió al parroquiano para que lo llevase a Chinavita.Ya que la imagen, a pesar de su belleza, se encontraba descolorida, el Padre Ramírez viajó a Bogotá y trajo a un maestro pintor para que retocase la imagen y llegado el día 31 de diciembre de 1823, el pintor acomodó el lienzo para restaurarlo, pero al amanecer del 1 de enero de 1824 apareció perfectamente restaurada sin que el pintor hubiera iniciado su trabajo.Por eso desde ese entonces hasta ahora, hemos venerado este sagrado lienzo que nos recuerda que tenemos una Madre buena que desde el cielo cuida con su Amparo a todos sus files devotos y cada uno de los los hombres de la tierra que acudan a Ella.
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